viernes, 19 de junio de 2009

La Locura y el Amor

Cuenta que una ves se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.

Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera ves, la locura, les propuso:

¡Vamos a jugar a las escondidas!, yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, y cuando yo halla terminado de contar. El primero que encuentre ocupara mi lugar para continuar el juego.

El entusiasmo bailo secundado por la euforia. La intriga dio tantos saltos que termino por convencer a la duda, e incluso a la apatía. A la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. La verdad prefirió no esconderse ¿para que? si al final siempre la hallaban, la soberbia opino que era un juego muy tonto, y la cobardía, prefirió no arriesgarse…

- Uno. Dos, tres…. - comenzó a contar la locura.

La fe subió al cielo y la envidia se escondo tras la sombra del triunfo. Que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad, casi ni alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le paresia maravilloso para algunos de sus amigos y termino por esconderse en un rallito de sol. El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… pero solo para el. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se olvido donde se escondió.

Cuando la locura contaba 999,999, el amor no había encontrado sitio para esconderse, pues todos se encontraban ocupados… hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.

- Un millón- contó la locura y comenzó a buscar.

Al acercarse al lago descubrió a la belleza, y ala duda la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aun de que lado esconderse. Así fue encontrando a todos, al talento entre la hierba fresca, a la angustia en una oscura cueva, a la pasión y el deseo los sintió en el vibrar de los volcanes, al egoísmo no tubo ni que buscarlo, el solito salio disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas, a la mentira la hallo detrás del arco iris… (Mentira, si se encontraba en el fondo del océano).

Pero solo el amor no aparecía por ningún sitio.

La locura busco detrás de cada árbol. Bajo cada arroyuelo del planeta, en la sima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida, diviso un rosal y tomando una horquilla comenzó a mover las ramas. De pronto un doloroso grito se escucho.

Las espinas habían herido en los ojos al amor; la locura no sabia que hacer para disculparse, lloro, rogó, imploro y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugo a las escondidas en la tierra: El amor es siego y la locura siempre la acompaña.



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